Nuestro entorno, actividades diarias, conocimientos, amistades, la manera de ser, en fin, todo aquello que dominamos, conforma nuestra Zona Cómoda. Aquel envase irrompible que nos hace sentir indestructibles.
Ahora bien, muchas veces esta comodidad evita que salgamos más allá, que aprendamos cosas nuevas (idiomas, carreras, oficios, etc.) y puede ser nuestro peor enemigo para el progreso.
Es necesario, aunque sea de vez en cuando, salir de esta zona. Obligarnos a vencer el fastidio o el miedo.
Eso sí, hay que estar pendiente, porque al salir y dominar el nuevo conocimiento o destreza, esta ensancha nuestra zona (la agranda) y volvemos a entrar en nuestra comodidad.
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