Estás agotado. Estás aburrido. Te quieres tomar una cerveza... sí, una rica, espumosa y fría cerveza.
Vas a la nevera, sacas la botella, sirves un vaso, vas a la sala y te das cuenta que estás solo. No hay nadie más. Nadie a quien llamar. Y te preguntas: ¿ Quién carajo toma solo ?
Y te entristeces.
Pero al final, como siempre, los amigos fieles nunca te abandonan:
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