sábado, 26 de mayo de 2007

fuera de los barrotes

Todos los días vienen a verme. Les hago gracia o quizá les sorprende nuestro parecido físico.
Muchos compran maníes o cambures y me los lanzan.

Disfrutan ver cómo los recojo, subo a mi rama preferida y me los como. Sobre todo a los niños.
Ellos ríen con ganas y me ponen nombres, y me llaman y me hacen morisquetas o saludos con las manos.

Y yo, sigo comiendo. Creo que lo más gracioso es ver cómo le quito la cáscara al maní.

Pero hay días. En realidad, pocos días en los que alguna persona me ve con dolor y con remordimiento y dice "pobrecito que esté enjaulado".

Y es en esos pocos días en los que lamento no saber hablar su lenguaje y poderles decir "amigos mios, los enjaulados, son ustedes".

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