viernes, 25 de enero de 2008

La Carreta

Por años empujé aquella carreta llena de maderos y piedras. Empujaba como loco agotando todas mis fuerzas.

Hacia adelante. Siempre hacia adelante.

Los músculos de los brazos y piernas estaban destrozados. Tan cansados que no me daba cuenta del desgaste.

Yo seguía empujando. Unos días empujaba desde atrás. Otros, como para cambiar la rutina, halaba desde adelante.

Gotas gigantes de sudor explotaban desde todas las partes de mi cuerpo.

Yo seguía empujando y empujando. Siempre hacia adelante.

Un día me detuve. No fue por cansancio. No fue por distracción. No sé por qué ocurrió, pero me detuve. Subí encima de la carreta y mis ojos y mi boca se abrieron despavoridos al ver que el camino era infinito.

Volteé hacia la izquierda y tuve la misma sensación. Luego giré lentamente hacia la derecha y comencé a llorar al ver que las distancias eran infinitas.

Me acuclillé, apoyé mis brazos sorbe mis rodillas y coloqué mi rostro entre mis manos. Me sentí destruido. No sabía qué hacer. ¿ A dónde ir ?.

Así estuve interminables días con las piernas y los brazos entumecidos de la inmovilidad.

Hasta que un día sentí un pinchazo en la espalda.

Me levanté por el ardor del pinchazo, de forma lenta, según mis músculos lo permitían.

Giré mi cuerpo 180 grados para buscar qué me había pinchado y quedé petrificado y con los ojos desorbitados.

A pocos kilómetros estaba el punto de donde partí hace tantos años atrás
¡ pues no había avanzado nada !

Me rasqué la cabeza como buscando una explicación y me bajé de la carreta.

Comencé a dar vueltas alrededor del vehículo que fue impulsado por mí (con puro músculo y sudor) como buscando una pista. Caminé y observé atentamente.

Continué dando vueltas y observando.

Miré hacia el cielo, y los diferentes tonos de azules mezclados con el blanco, era simplemente hermoso. Y volví a mirar el punto de partida...

Estuve todos esos años empujando una carga muy pesada. Tan pesada, que apenas la moví unos pocos kilómetros. Así que abandoné aquella carreta y decidí devolverme aquel inicio y tomar otra ruta. Pero esta vez sin cargas que me retrasen y me cansen.

¡ Bon voyage !

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